El carnicero de Rostov
- Crímenes Misteriosos
- 4 nov 2020
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Soy Andréi Chikatilo, nací en Yablochnoye, Ucrania, el día 16 de octubre de 1936, en plena época estalinista, fuí conocido como el carnicero de Rostov y ésta es mi historia.

Tuvo como punto de partida una de las historias que mi madre le contó cuando era niño. Mi hermano mayor Stephan fue raptado por unos campesinos que lo desollaron y acabaron comiendoselo. En ese entonces esto no era un caso aislado ya que por la guerra era común que las personas recurrieran al canibalismo. Aún recuerdo las enormes pilas de cadáveres, convivía constantemente con la muerte.
Era introvertido, inseguro, siempre lo fuí, pero con la época escolar me volví aún más cerrado, los complejos me atormentaban y causaban burlas provenientes de mis compañeros de escuela mientras yo simplemente aguantaba callado, lo cual incrementaba las burlas. Me insultaban, golpeaban y bajaban la ropa, todo para hacerme quedar en ridículo, lo cual incrementó mi timidez haciendo que me fuera dificultoso relacionarme con el sexo opuesto.
Luego de todo ese calvario, tuve un pequeño y obligatorio paso por el ejército ruso, que no minimizó mi apetito por el vouyerismo. Terminé casado con una de las amigas de mi hermana, era un buen esposo, obediente y humilde, todo iba bien, excepto por mi impotencia sexual lo cual me tenía demasiado frustrado.
A medida que cumplía años y terminaba mis estudios, me gradué en lengua y literatura rusas, en ingeniería y en marxismo-leninismo, mi atracción por los menores de edad. Sin embargo, en mi nuevo trabajo como profesor, aún se burlaban de mi pero aún así no podía evitar darme placer a mi mismo viendo a mis alumnos, me desinhibí por completo.
Llegó el invierno de 1978 y con él mis primeros crímenes, el primero de mis muchos crímenes fué una niña de 9 años a quien convencí de acompañarme a una cabaña en las afueras de la ciudad, ella claramente aceptó fiandose de mi apariencia afable pero cuando llegamos, la empecé a desnudar y en el forcejeo se hirió un brazo,la sensación de ver la sangre... Es algo que no olvidaré jamás, la manera en que esto me exitó, con la sensación de querer más la apuñalé hasta llegar a un orgasmo como hace años no había tenido, el dolor ajeno me daba placer. Mutilé su cuerpo y le quité los ojos para después abandonar el cuerpo en un río, esa amputación era mi firma.
A causa del acoso que sufrí siendo profesor, conseguí un nuevo trabajo en una fabrica, el cual implicaba viajar lo cual me daba la excusa perfecta para asesinar sin pudor.
Mi segunda víctima fué una prostituta de 17 años, el 3 de septiembre de 1981, primero, la estrangulé hasta matarla y entonces me masturbé hasta eyacular sobre su cadáver; después decidí morder su garganta como si de un animal se tratase, saqué un cuchillo y la apuñalé; más tarde, le corté los senos y me comí los pezones; y finalmente, volví a ‘firmar’ este nuevo asesinato arrancándole los ojos. Para este momento, sabría que no sería el último, durante ese año asesiné a otras 4 víctimas, entre ellas mi primer víctima masculina al cual le había arrancado los genitales.
A partir de 1984, año en el que asesiné a 15 personas, fuí cediendo ante mis deseos macabros. Durante los siguientes doce años, asesiné a cincuenta y tres personas después de elegir cuidadosamente a mis víctimas en las estaciones de trenes y autobuses de la localidad de Rostov. De ahí mi apodo: el ‘Carnicero de Rostov’.
Eran principalmente niños y jóvenes, debido a las amputaciones e incisiones en los ojos, el foco de la policía estaba puesto en los miembros de la comunidad médica, los cirujanos específicamente, y miembros de la comunidad gay, lo cual estaba prohibido ser en ese entonces.
Tardaron bastante tiempo en encontrarme ya que hicieron una gran lista de sospechosos en la cual yo no estaba incluído pero fuí atrapado por un pequeño desliz, fuí detenido por proponerle a una prostituta que me realizara sexo oral y en esa detención registraron mis pertenencias, encontraron un bote de vaselina, un cuchillo de cocina, una cuerda y una toalla. Pero mi sangre no era la misma de las escenas del crimen ya que mi tipo sanguíneo era A y, el del asesino, el AB; gracias a investigaciones posteriores, averiguaron que yo era un caso inusual, ya que mi grupo sanguíneo era diferente en semen y en sangre.
Pasó casi un año hasta que, en 1985, volví a matar. Y seguí haciéndolo hasta que el 5 de noviembre de 1990 asesiné a su última víctima en la localidad de Leskhoz. Fuí arrestado 15 días después.
Tardaron 10 días en conseguir que hablase, utilizando como método la tortura hasta que intentaron con un psiquiatra y en dos horas confesé todo lo que había hecho, mi terrible infancia y qué me llevó a cometer los cincuenta y tres asesinatos, treinta y una mujeres y veintidós hombres. Además, con ayuda de un maniquí, describí cómo perpetraba las vejaciones y mutilaciones.
En 1992 iniciaron el juicio en el cual afirmé que: “En los actos sexuales perversos experimentaba siempre una especie de furor, una sensación de no tener freno. [...] Lo que hice no fue por el placer sexual, sino porque me proporcionaba paz mental y espiritual durante largos períodos”. La sentencia llegó dos meses después, fuí declarado culpable y condenado a muerte, y fallecí el día 15 de febrero de 1994 de un balazo en la cabeza.
Nadie es lo que parece, a veces aquel que posee la imagen más afable, que parece una buena persona, es el monstruo más peligroso que puedan encontrar.
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